a1.1 Creó:: heb. bará. En el AT, este verbo tiene por sujeto únicamente a Dios, y se refiere siempre a una acción divina que produce, en particular, un resultado nuevo e imprevisible (Is 48.6-7; Jer 31.22). Se emplea para designar la creación del mundo y de la humanidad (Gn 1.27; 5.1; Dt 4.32; Is 45.12), la formación del pueblo de Israel (Is 43.1,15), la restauración de Jerusalén (Is 65.18), la renovación interior del pecador arrepentido y perdonado (Sal 51.10[12]) y la creación, al fin de los tiempos, de un cielo nuevo y una tierra nueva (Is 65.17; 66.22).
b1.1 Los antiguos hebreos no poseían un término equivalente al gr. cosmos. El universo en su totalidad era designado con la expresión el cielo y la tierra (cf. Gn 14.22; Sal 124.8; Mt 28.18). En el uso de esta expresión se refleja la costumbre semítica de abarcar una totalidad mencionando dos elementos extremos u opuestos (cf. Gn 2.9).
c1.2 Todo era un mar profundo: Según una idea muy difundida entre los pueblos del antiguo Oriente, las aguas amenazantes del caos primitivo lo cubrían todo antes de la creación (cf. Sal 104.6-9). Por lo tanto, una de las primeras acciones del Creador consistió en separar las aguas de arriba y las de abajo, poniendo como línea divisoria la bóveda celeste (v. 7). De acuerdo con los vv. 5-9, de este caos primitivo se formaron los mares, tanto los que están sobre la superficie de la tierra como los que están debajo de ella. Véase Sal 18.15(16)~n.; cf. también Sal 24.2.
d1.2 La palabra hebrea traducida por espíritu puede significar también viento, soplo o aliento. Además, la expresión de Dios se utiliza a veces en el AT como complemento para expresar el superlativo (cf. Gn 10.9, donde gran cazador es lit. cazador de Dios). Por eso, algunos intérpretes consideran que la parte final de este v. significa un fuerte viento iba y venía sobre las aguas. Véase también Gn 13.10 nota~b.
e1.3 Dios dijo: Esta frase, corroborada por la frase complementaria Y así fue (cf. vv. 6,9,11, etc.), pone de relieve el poder creador de la palabra de Dios. La orden divina se cumple en forma inmediata, y el efecto producido coincide con el pensamiento y la voluntad del Creador (cf. Sal 33.6-9; 148.5; Is 48.13; 55.10-11; Heb 11.3).
f1.3 2~Co 4.6.
g1.1-3 Jn 1.1-4.
h1.4 Este relato de la creación insiste en afirmar que la obra realizada por Dios es buena (vv. 4,10,12,18,21,25,31). El adjetivo bueno tiene en el AT varios significados, que comprenden desde lo moralmente correcto hasta lo bello, agradable y útil. Todos estos aspectos están aquí presentes, pero el que más se destaca es probablemente el de apropiado. Todo lo que existe es bueno, porque procede de Dios y corresponde a su propósito. Esta idea está en abierto contraste con los mitos paganos que hablan de un mundo creado por dioses caprichosos, o de un universo que existe sin propósito alguno o tiene incluso un carácter maligno.Cf. Sab 11.24-25.
i1.5 Se completó: lit. y anocheció y amaneció. Véanse Sal 55.17(18)~n.; 104.19~n.
j1.5 El primer día: El relato bíblico distribuye las acciones creadoras de Dios en el marco de una semana, con sus seis días de trabajo y el séptimo de descanso. En esos seis días están repartidas ocho obras: Las cuatro primeras consisten en separar y delimitar las zonas o regiones que configuran el mundo visible; las cuatro restantes están destinadas a poblar esas regiones con seres dotados de movimiento, de acuerdo con el siguiente esquema:

k1.6 Y así fue: según la versión griega (LXX) y la estructura literaria del relato (cf. Gn 1.9,11, etc.). En el texto hebreo la frase aparece al final del v. 7.
l1.6-8 La palabra hebrea traducida por bóveda designa algo sólido y resistente, como una lámina de metal batido a golpes de martillo. Esta idea está de acuerdo con la visión del mundo que se tenía antiguamente, según la cual el universo era una estructura compuesta de tres niveles: el cielo, la tierra y el mundo subterráneo (cf. Ex 20.4). A la tierra se la imaginaba como una superficie plana; el cielo era concebido como una bóveda, cúpula sólida o «firmamento» (cf. Job 37.18), sobre la que se apoyaba el inmenso depósito de agua u océano superior del que procedían las lluvias (cf. Gn 7.11; Sal 148.4; Is 40.22); y en el mundo subterráneo había un océano inmenso, sobre el que se asentaban los pilares que sostenían la tierra (véase Gn 1.2 nota~c; cf. también Sal 24.2; 104.5; 136.6).
m1.9 Cf. Job 38.8-11; Sal 104.6-9; Pr 8.27-30; Jer 5.22. El agua... debajo del cielo: Véanse Gn 1.2 nota~c; 1.6-8~n.
n1.11 Que produzca la tierra: Dios ha concedido a algunos seres el don de la fecundidad, para que ellos continúen y completen la obra del Creador. Cf. vv. 20,24. Nótese que para los antiguos orientales la fecundidad era objeto de culto, porque la consideraban como una fuerza divina que residía en algunos seres (p. ej., en la tierra). Para el AT, en cambio, la fecundidad es una bendición otorgada por Dios. Véase Gn 1.28 nota~w.
ñ1.14-15 Las fechas especiales: lit. los tiempos señalados, es decir, las estaciones del año y las fiestas religiosas correspondientes. Cf. Sal 81.3(4).
o1.14-18 Los astros, que en las religiones del antiguo Oriente eran adorados como dioses, aquí son presentados como seres creados por Dios y no como fuerzas misteriosas que rigen el destino de las personas o como objetos de culto (cf. Dt 4.19; Sof 1.5). Cf. también Sal 8.3(4); Jer 31.35; Eclo 43.1-10.
p1.20 Y así fue: según la versión griega (LXX). En el texto hebreo no aparece esta frase.
q1.21 Los monstruos del mar son mencionados para indicar que también ellos han sido creados por Dios y están bajo su dominio. Aquí radica una de las principales diferencias entre este relato y el más famoso de los mitos babilónicos de la creación. Según este último, la creación del mundo estuvo precedida por el nacimiento de varias generaciones de dioses y por la victoria del dios Marduc sobre el monstruo marino que era la personificación del caos originario. En contraposición con este relato mitológico, el Génesis habla de un único Dios, que existe desde siempre y que por sí mismo crea el universo con el poder de su palabra. Como todo lo que existe ha sido creado por Dios, ya no queda lugar para adorar a los fenómenos de la naturaleza o a cualquier otro ser animado o inanimado.
r1.26 A nuestra imagen: Este plural, pronunciado por el único Dios, ha sido interpretado de diversas maneras. En realidad, parece sugerir la idea de una especial deliberación del Creador en el momento de crear el género humano. De entre todas las obras de Dios, sólo la creación del hombre es precedida por esta referencia a una solemne decisión divina.
s1.26 Cf. Sal 8.4-8(5-9); Eclo 17.1-4; Sab 2.23; 10.2.
t1.27 Hombre: heb. adam, designa aquí a todo el género humano; en otros pasajes, este mismo término tiene el valor de un nombre propio (Adán). Cf. Gn 4.25.
u1.27 Lo creó a su imagen: Los seres humanos no son únicamente una creación especial de Dios (véase Gn 2.7 nota~h), sino que han sido creados a su imagen, es decir, están dotados de características tales que les permiten entrar en una relación personal o diálogo con Dios y ejercer como representantes suyos el gobierno del mundo (v. 28). Cf. Gn 5.1; 9.6; 1~Co 11.7; Stg 3.9.
v1.27 Varón y mujer: El texto señala que a la condición humana pertenece, por voluntad de Dios, el ser sexuado. Cf. Gn 2.18; Mt 19.4; Mc 10.6.
w1.28 Gn 5.1-2. La bendición divina, en el AT, aparece vinculada con frecuencia al don de la fecundidad. Cf. Gn 17.16,20; 22.17; 26.12,24; 28.3. Véanse también Gn 49.22-26~n.; Sal 128~n.
x1.28 Que se arrastran: otra posible traducción: que se mueven, en referencia a todos los seres terrestres.
y1.29 Según algunos mitos muy difundidos en el antiguo Oriente, los dioses crearon al hombre para que les proporcionara alimento y realizara los trabajos serviles que ellos necesitaban para su bienestar. Aquí, en cambio, Dios es el que proporciona todo lo necesario para el bienestar de los seres humanos, ya que él no padece ninguna necesidad. Cf. Sal 50.9-13.
z1.31 Todo... estaba muy bien: Este superlativo se refiere, probablemente, no a una obra de Dios en particular, sino al conjunto de la creación. Véase 1.4~n.
a2.2 Descansó:: El verbo hebreo significa lit. cesar o terminar, y de él proviene el nombre shabat, traducido al castellano por sábado o día de reposo (cf. Ex 20.11; 31.17; cf. Heb 4.4,10). Decir que Dios descansó no quiere decir que dejó de actuar, sino que dio por bien lograda su obra. Véase Jn 5.17-18~n.
b2.3 Séptimo día: Esta expresión presupone el simbolismo del número siete, que en la Biblia representa lo completo y perfecto. Véase Gn 4.18~n.
c2.4 Se repiten las palabras de Gn 1.1 para indicar que ha concluido la sección relativa a la creación del universo. Ésta es la historia: en heb. toledot. Esta frase se repite diez veces e introduce las distintas secciones en que se divide el libro del Génesis. La palabra toledot implica la idea de nacimiento o generación , y en esta versión se ha traducido de distintas maneras, según los contextos: Gn 5.1 (lista); 6.9 (historia); 10.1; 11.10,27 (descendientes); 25.12 (hijos); 25.19 (historia); 36.1,9 (descendientes); 37.2 (historia).
d2.4b-25 El siguiente relato, a diferencia de Gn 1.1—2.4a, se refiere de un modo especial a la creación del hombre y de la mujer. Uno y otra son creados por Dios en momentos distintos, pero esta diferencia hace resaltar más aún la igualdad y la complementariedad de los dos sexos. Según el relato, en efecto, Dios concedió primero al hombre la compañía de los animales (v. 19). Sin embargo, esta compañía no logró arrancarlo de su soledad (v. 20). Sólo la presencia de la mujer, es decir, de un ser igual a él, le abrió la posibilidad del diálogo y del encuentro personal (v. 23).
e2.4 El Señor: traducción de Yahvé, el nombre propio del Dios de Israel. Véanse Gn 4.26 nota~y; Ex 3.14-15 y las notas correspondientes.
f2.6 Es probable que la palabra traducida aquí por agua signifique, más concretamente, agua que brota de la tierra o manantial.
g2.7 El texto hebreo hace un juego de palabras entre los vocablos adam, que significa hombre, y adamá, que significa suelo o tierra cultivable (véase el mismo procedimiento en Gn 3.19). Así se destaca la estrecha vinculación que existe entre el hombre y la tierra.
h2.7 Formó... vida: La mención de estos actos especiales de Dios pone de relieve lo que distingue al hombre de los demás seres creados (véase Gn 1.27 nota~u). Cf. Is 45.9-11; Jer 18.1-6; Ro 9.21, donde la soberanía de Dios se expresa igualmente con la imagen del alfarero que modela sus vasijas.
i2.7 Se convirtió en un ser viviente: citado en 1~Co 15.45; cf. Sab 15.11.
j2.8 Edén es una palabra hebrea que significa delicia (cf. Is 51.3; Ez 31.8-9). Algunos la relacionan con un término asirio que significa llanura o estepa.
k2.9 El árbol de la vida: es decir, cuyos frutos dan la vida. Cf. Gn 3.22; Ap 2.7; 22.2,14.
l2.9 El árbol del conocimiento del bien y del mal: Para comprender esta expresión, es conveniente tener en cuenta, en primer lugar, la costumbre hebrea de abarcar una totalidad mencionando únicamente dos términos extremos y opuestos (véase Gn 1.1 nota~b). Además, el verbo «conocer», en el AT, no se refiere solamente al conocimiento intelectual, sino que también puede implicar las ideas de elección, discernimiento e incluso de dominio. Por tanto, conocer el bien y el mal equivale a decidir por cuenta propia y con absoluta independencia qué es lo bueno y qué es lo malo, es decir, a tener plena autonomía en el campo moral. Cf. Gn 3.22.
m2.10-14 El Tigris y el Éufrates son los dos grandes ríos de la Mesopotamia; los llamados Pisón y Guihón no han podido ser identificados con certeza.
n2.15 El trabajo no se presenta como un castigo, sino como la actividad que permite al hombre cumplir con su responsabilidad en el mantenimiento y desarrollo del mundo y en la realización de sí mismo (cf. Gn 1.28). Sólo a consecuencia del pecado, el trabajo adquirió las características de un esfuerzo penoso (Gn 3.17-19).
ñ2.17 No comas del fruto de ese árbol: Al imponerle este precepto, Dios reconoce al hombre como responsable de sus actos. Pero, al mismo tiempo, afirma su soberanía sobre él y lo obliga a guardar sus propios límites, reconociendo que es hombre y no Dios (Ez 28.2; cf. Is 14.13-14).
o2.17 Cf. Ro 6.23.
p2.19-20 Para los antiguos semitas, el nombre no era algo meramente exterior, sino una parte constitutiva de la persona o cosa nombradas. Poner o cambiar un nombre era una forma de afirmar la autoridad o el dominio (cf. 2~R 23.34; 24.17).
q2.23 En hebreo, las palabras traducidas por hombre y mujer tienen un sonido muy parecido. Este parecido, lo mismo que el relato de la formación de la mujer con una costilla sacada del hombre, quiere destacar la unidad de naturaleza, la íntima afinidad entre ambos sexos y, por tanto, la igualdad esencial de derechos.
r2.24 Mt 19.5; Mc 10.7-8; 1~Co 6.16; Ef 5.31. Este v. pone de relieve la dignidad y el sentido profundo de la unión matrimonial.
s2.25 La desnudez es aquí la expresión de una vida sencilla, sin sentimiento de culpa y en perfecta armonía consigo mismo y con el prójimo. Después, como consecuencia del pecado, llegó a ser motivo de vergüenza. Cf. Ez 16.37; Os 2.3(5).
a3.1 En el Oriente antiguo, la serpiente era un símbolo de la sabiduría y de los poderes mágicos. Además, su astucia era proverbial (cf. Mt 10.16). Estas características la predisponían para hacer de ella la representación de una potencia maléfica y opuesta a los planes de Dios, que se vale de la seducción para incitar a desobedecer el mandato divino. Por eso, más tarde la serpiente fue identificada con el diablo. Cf. Sab 2.24; Jn 8.44; Ap 12.9; 20.2.
b3.1 Más astuta: Esta expresión tiene aquí un sentido negativo. Se trata de una astucia que no excluye el engaño y el fraude.
c3.1-6 Cf. Sab 2.24; Ro 5.12.
d3.7 Se dieron cuenta... desnudos: Véase Gn 2.25~n.
e3.9 ¿Dónde estás?: Véase Gn 4.9~n.
f3.13 Cf. 2~Co 11.3; 1~Ti 2.14.
g3.15 Cf. Ro 16.20; Ap 12.17. La tradición cristiana ha visto en esta mención de la descendencia de la mujer una velada referencia al Mesías en su lucha contra Satanás y en su victoria final sobre las fuerzas del mal.
h3.17 El pecado del hombre atrae la maldición sobre la tierra, que es su morada y de la que recibe el sustento. Véase Gn 12.2-3~n.
i3.17 Con duro trabajo: Véase Gn 2.15~n.
j3.17-18 Cf. Ro 8.20; Heb 6.8.
k3.20 En hebreo, el nombre Eva y la palabra que significa vida o viviente tienen un sonido semejante.
l3.21 Nótese la compasión manifestada en este gesto. A pesar del pecado, el modo de actuar de Dios incluye también el perdón y la promesa de salvación. Véase un gesto similar en Gn 4.15 nota~o.
m3.22 Árbol de la vida: Cf. Ap 22.14.
n3.24 Estos seres alados, lit. querubines, eran considerados en el antiguo Oriente como guardianes de los templos y de los lugares sagrados. Véase Ex 25.18~n.
ñ3.24 La imposibilidad de llegar al árbol de la vida hace efectivo el castigo anunciado en Gn 2.17. El destino original del hombre era la vida. Pero al desobedecer el mandamiento divino, él se apartó de Dios, fuente de toda vida, y junto con el pecado entró la muerte en el mundo (Ro 5.12).
a4.1-16 Este relato continúa el ciclo iniciado en el cap. anterior. La rebelión del hombre contra Dios (Gn 3.6) nunca es un hecho aislado. A ella le siguen inevitablemente el pecado y la violencia del hombre contra su hermano. Véase Jer 9.4(3)~n.
b4.1 El nombre Caín y el verbo hebreo que significa llegar a tener suenan muy parecidos.
c4.2 Los diferentes modos de vida de los pastores y los agricultores suelen ser causa de numerosos conflictos (cf. Jue 6.3-6). Pero el crimen de Caín no está motivado por el hecho de que Abel era pastor, sino por la aceptación y la no aceptación de las ofrendas presentadas al Señor (cf. v. 5).
d4.4-5 Este relato bíblico no aclara el porqué de esta aceptación y de este rechazo. Según algunos intérpretes, el rechazo se debe a que el suelo estaba todavía bajo la maldición divina (cf. Gn 3.17). De todas maneras, Dios, en su absoluta soberanía, tiene libertad para escoger a quien él quiere (cf. Ex 33.19; Dt 7.7-8; Ro 9.15). En Heb 11.4 se afirma que fue la fe de Abel la que hizo agradable su ofrenda.
e4.7 Podrías levantar la cara: otra posible traducción: serías aceptado.
f4.7 El pecado aparece aquí como una fiera al acecho y dispuesta a atacar. Cf. 1~P 5.8.
g4.7 Tú puedes dominarlo a él: Una vez más, el relato bíblico afirma la capacidad del hombre para elegir libre y responsablemente entre el bien y el mal (véase Gn 2.17 nota~ñ; cf. también Dt 30.15-20; Eclo 15.11-20). Nótese, además, la correspondencia entre la advertencia que el Señor dirige a Caín y el mandamiento impuesto al primer hombre (Gn 2.16-17). Según el relato anterior, la orden divina fue quebrantada por un acto de desobediencia; según este relato, por una acción criminal. En uno y otro caso, después del pecado hay una pregunta del Señor al hombre (Gn 3.9; 4.9), un castigo por la falta cometida (3.14-19; 4.11-12) y un gesto misericordioso del Señor que alivia en parte el castigo (Gn 3.21; 4.15).
h4.8 A dar un paseo: según versiones antiguas. La frase no se encuentra en el texto hebreo.
i4.8 Sab 10.3; Mt 23.35; Lc 11.51; 1~Jn 3.12.
j4.9 ¿Dónde está tu hermano Abel?: Hay un evidente paralelismo entre esta pregunta y la de Gn 3.9. En ambos casos, los interrogados tratan de eludir su propia responsabilidad con una evasiva. Véase Ex 32.22-24~n.
k4.10 Compárese esta pregunta con la de Gn 3.13.
l4.10 La sangre: lit. las sangres; véase Sal 9.12(13)~n. Acerca del clamor de la sangre derramada injustamente, cf. Ez 24.7-8.
m4.10 Heb 12.24.
n4.13 Caín no expresa arrepentimiento; comprueba, simplemente, que su crimen lo ha separado de Dios y de los hombres, y se lamenta de encontrarse en una situación de completa inseguridad, sin asilo ni protección.
ñ4.15 Siete veces: Véase Gn 4.23-24~n.
o4.15 El texto no indica en qué consistía la señal o marca que el Señor puso a Caín. Lo cierto es que esa señal colocaba al culpable bajo la protección de Dios y le preservaba la vida (cf. Ez 9.4-6). Véase Gn 3.21~n.
p4.16 Nod: región no identificada; quizá se trata de un nombre simbólico, que alude a la vida errante de Caín (nad, en hebreo, significa vagabundo; cf. vv. 12,14).
q4.17-24 Estas listas genealógicas desempeñan un papel muy importante en la primera parte del Génesis, porque establecen un nexo entre los orígenes de la humanidad (Gn 1—11) y la historia de los patriarcas (Gn 12—50). Así se pone de manifiesto que la revelación de Dios a Abraham y, después de él, a Israel, un pueblo particular, forma parte de un plan divino de salvación que abarca a todas las naciones (véase Gn 11.10-26~n.). Cf. Gn 12.4; 26.4; 28.14.
r4.17 Fundó una ciudad: En el marco de esta genealogía se dan varias indicaciones acerca de los orígenes de la civilización. A Caín, el primer homicida (cf. Gn 4.8), se le atribuye la fundación de la primera ciudad, y a su descendencia se hace remontar el origen de las artes y las técnicas (cf. vv. 20-22).
s4.18 La primera parte de esta genealogía menciona siete generaciones desde Adán hasta Lámec. Esa cifra tiene, sin duda, un significado simbólico, ya que, tanto en Israel como en el antiguo Oriente, el número siete representaba la perfección y la plenitud. Véanse Gn 4.23-24~n.; Sal 79.12 nota~h.
t4.20-22 Varios mitos del antiguo Oriente afirman que fueron los dioses los que enseñaron a los hombres las artes y las artesanías. Según el AT, por el contrario, estas actividades tienen su origen en la inventiva y el trabajo de los seres humanos. Cf. Gn 1.28; Sal 8.3-8(4-9); 115.16, y también Job 28.1-10.
u4.23-24 El canto de Lámec expresa la arrogancia del hombre que responde a la mínima ofensa con una venganza desproporcionada. El número setenta y siete (once veces siete, la cifra de la plenitud) indica que se lleva la venganza a su último extremo. Véanse Gn 4.18~n.; Ex 21.23-25~n., y cf. Mt 18.21-22.
v4.25 Adán: Véase Gn 2.7 nota~g.
w4.25 El nombre Set tiene un sonido semejante al del verbo hebreo que significa ha dado.
x4.26 Enós, en hebreo, quiere decir hombre, varón, aunque en algunos contextos significa lo mismo que Adán. Véase Gn 1.27 nota~t.
y4.26 Señor: traducción de Yahvé, el nombre propio del Dios de Israel. Este v. presupone la gran antigüedad de este nombre divino, que ya era conocido antes de Moisés. Véanse Ex 3.13 nota~m; 3.14 nota~n; 6.3 nota~b.
a5.1-32 La siguiente genealogía, que une a Adán con Noé, incluye diez nombres. Tal cifra, lo mismo que el número siete de Gn 4.1,17-19, podría tener un significado simbólico, ya que el diez es la base del sistema decimal y suele emplearse, en la Biblia, como un número redondo (cf., por ej., Gn 24.10; Dn 7.7,20,24; Zac 8.23; Ap 2.10; 17.3,7,12,16). Por tanto, puede afirmarse que esta genealogía pone de manifiesto la continuidad de la historia humana desde la creación del hombre hasta el diluvio (cf. Gn 6.9—9.17), sin pretender enumerar en forma exhaustiva todas las generaciones desde Adán hasta Noé.
b5.1 Lo hizo semejante a él: Véase Gn 1.27 nota~u.
c5.2 Citado en Mt 19.4; Mc 10.6.
d5.1-2 Les dio su bendición: Véase Gn 1.28 nota~w.
e5.3 La siguiente genealogía sigue, por lo general, un esquema uniforme, que proporciona siempre la misma información: edad del patriarca al nacer su hijo primogénito, años que vivió después de este nacimiento y edad que tenía al morir. En ella se vuelven a poner de relieve dos temas esenciales ya expuestos en Gn 1: el hombre creado a imagen de Dios y bendecido en el momento de la creación (Gn 1.27-28).
f5.3 Set: Cf. Gn 4.25.
g5.3 Semejante a él en todo: lit. según su semejanza, a su imagen. Cf. Gn 1.27.
h5.5 Novecientos treinta años: Algunos intérpretes, queriendo resolver las dificultades involucradas en estas cifras tan enormes, piensan que los nombres de estos diez patriarcas representan dinastías y no individuos, o que la palabra año, en este contexto, se refiere a un período más corto que el del año normal. Sin embargo, no existe ninguna razón de peso para fundamentar dichas interpretaciones.
i5.21 Aquí vuelve a aparecer el nombre de Henoc, pero no en el mismo orden que en Gn 4.17-18.
j5.22 Henoc vivió de acuerdo con la voluntad de Dios: lit. Henoc caminó con Dios. Esta audaz metáfora sugiere que Henoc tuvo a Dios como compañero de camino, es decir, que vivió en íntima amistad con él. La misma expresión vuelve a encontrarse en el v. 24, y en Gn 6.9 se emplea para caracterizar a Noé como un hombre justo y enteramente fiel a Dios.
k5.21-23 La vida de Henoc dura trescientos sesenta y cinco años, cifra que coincide con los días del año solar. Este detalle hace pensar en una práctica muy difundida en el antiguo Oriente, que consistía en atribuir a los números, además de su valor aritmético, determinados valores simbólicos. Tal simbolismo, desconocido para nosotros, podría estar relacionado con los cálculos astronómicos que se hacían en la antigüedad. Véase Gn 4.18~n.
l5.24 Desapareció porque Dios se lo llevó: En la sección dedicada al patriarca Henoc (vv. 21-24), esta frase sustituye a la fórmula habitual A esa edad murió. Es decir, que Henoc fue sacado de este mundo por una acción especial de Dios, en virtud de la cual la íntima relación de amistad continuó más allá de la vida terrena. Nótese, además, que el texto bíblico no dice nada acerca del lugar adonde fue llevado Henoc, ni confirma las leyendas que se formaron más tarde en torno a la figura de este patriarca, sobre todo en la tradición y en la literatura apocalípticas. Cf. Eclo 44.16; 49.14; Sab 4.10-11; Heb 11.5; Jud 14.
m5.29 El nombre de Noé tiene una cierta semejanza con el verbo hebreo que significa nos hará descansar.
n5.31 Los 777 años que duró la vida de Lámec parecen estar relacionados con el siete y el 77 de Gn 4.24.
a6.2 Los hijos de Dios: es decir, los seres divinos o celestiales como los mencionados en Job 1.6; 2.1; 38.7; Sal 29.1; 89.7(8). Con toda probabilidad este pasaje recoge una tradición muy antigua, que los israelitas tenían en común con otros pueblos vecinos, y que se refería a una legendaria raza de gigantes. Según esa tradición, aquellos gigantes habían nacido de la unión antinatural de unos seres sobrenaturales, llamados aquí hijos de Dios, con mujeres humanas. Aunque el relato bíblico contiene muchos aspectos oscuros, su intención, en este contexto, es afirmar una vez más la incontenible expansión del pecado en el mundo y la corrupción creciente del género humano. Véanse 1~P 3.20 nota~m; Jud 6~n.
b6.3 No voy a dejar que el hombre viva para siempre: lit. mi espíritu no permanecerá siempre en el hombre. El espíritu, en este contexto, es el principio vivificante o aliento vital que Dios infunde en los seres vivientes en el momento de darles la vida. Cf. Gn 2.7; Sal 104.29.
c6.5-8 Cf. Mt 24.37; Lc 17.26; 1~P 3.20.
d6.9 Cf. Eclo 44.17; Sab 10.4; 2~P 2.5.
e6.14 La descripción presentada en el texto bíblico no evoca la imagen de una embarcación corriente, sino la de una construcción cubierta con un techo (cf. Gn 6.16) y preparada para resistir los embates torrenciales del diluvio (cf. Gn 7.18).
f6.16 La forma y las dimensiones de la embarcación son difíciles de precisar, ya que en la descripción se emplean términos náuticos antiguos, cuyo significado no es del todo claro.
g6.18 Aquí se anticipa el tema del pacto o alianza, cuya conclusión tendrá lugar al término del diluvio. Véase Gn 9.12-17~n.
h6.22 Cf. Heb 11.7.
a7.1-24 Como sucede con el relato de la creación (véanse Gn 1.4~n. y 1.21~n.), también existen narraciones del diluvio procedentes de la antigua Mesopotamia. Estos relatos, especialmente la Epopeya de Gilgamés, tienen muchas semejanzas con el texto bíblico. Sin embargo, las diferencias son igualmente significativas. Así, por ej., en los relatos babilónicos el diluvio se origina por un capricho de los dioses; aquí, por el contrario, es el juicio de Dios sobre el pecado de los hombres (cf. Gn 6.5-7,12-13).
b7.2 Cf. Lv 11; Dt 14.3-21. Puro e impuro son términos característicos del lenguaje sacerdotal y se refieren a la pureza e impureza rituales. Los animales puros debían ser más numerosos que los impuros, porque, de lo contrario, los sacrificios ofrecidos por Noé, una vez terminado el diluvio, habrían acabado con algunas de las especies salvadas de la catástrofe. Véase Gn 8.20 nota~h.
c7.7 Cf. Sab 14.6; Mt 24.38-39; Lc 17.27.
d7.11 Acerca del gran mar abajo y de las compuertas del cielo, véase Gn 1.6-8~n.
e7.12 El número cuarenta aparece con frecuencia en la Biblia para indicar un período relativamente largo (cf. Gn 50.3; Ex 16.35; 24.18; Nm 13.25). En algunos casos, se refiere a un tiempo de prueba o de grave peligro (cf. Nm 14.34; Dt 8.2-3; Mc 1.13). Véase también Jue 3.11~n.
f7.21-22 2~P 3.6.
a8.1 En el lenguaje bíblico, decir que Dios se acuerda de alguien o de algo significa que le presta atención particular, y no que lo hubiera olvidado. La expresión sugiere la idea de solicitud y cuidado muy especiales. Cf. Ex 6.5; Sal 74.2.
b8.2 Sobre el concepto de la separación de las aguas, véase Gn 7.11~n.
c8.4 Ararat: región que los antiguos llamaban Urartu y que corresponde aprox. a la actual Armenia. Véase Jer 51.27 nota~m.
d8.6 Cuarenta días: Véase Gn 7.12~n.
e8.6 Abrió la ventana: Cf. Gn 6.16.
f8.10 Acerca del simbolismo del número siete, véase Gn 4.18~n.
g8.7-12 En tiempos antiguos, antes de la invención del compás y de otros instrumentos de navegación, los marinos solían enviar aves para determinar la proximidad y la dirección de la costa del mar. En el relato babilónico del diluvio se envían sucesivamente una paloma, una golondrina y un cuervo.
h8.20 Animales y aves puros: Los animales impuros no podían ofrecerse como víctimas de los sacrificios. Cf. Lv 11; Dt 14.3-21.
i8.20 El holocausto es un sacrificio en el que la víctima se consume totalmente sobre el altar, sin que ninguna de sus partes sea reservada para otros fines (véase Lv 1.3~n.). El contexto indica que Noé ofreció su holocausto como sacrificio de acción de gracias.
j8.21 Cuando... tan agradable: Esta expresión indica que el sacrificio fue aceptable al Señor. Cf. Lv 1.9,13,17; 2.1-2.
k8.21 Como en Gn 2.7; 3.19, el texto hebreo hace un juego de palabras entre adam (hombre) y adamá (tierra).
l8.21 Sólo piensa en hacer lo malo: Cf. Gn 6.5.
m8.21 Is 54.9.
n8.22 Este v. invita a apreciar de una manera nueva los fenómenos de la naturaleza. El orden y la regularidad de las estaciones y de los ciclos naturales están fundados en una promesa de Dios, que es fiel a su palabra. Como esa promesa depende exclusivamente de Dios y no puede ser alterada por el pecado de los hombres, los ciclos de la naturaleza son también una prueba de la «paciencia» de Dios (cf. Ro 3.25-26), que hace que su sol salga sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos (Mt 5.45).
a9.1 Noé, como padre de la humanidad rescatada del diluvio, recibe una bendición semejante a la que Dios había concedido al género humano en el momento de la creación. Cf. Gn 1.28.
b9.4 Los antiguos israelitas pensaban que la sangre era el principio vital de los animales y de los seres humanos. Por lo tanto, la prohibición de comer carne sin desangrar era una forma de afirmar que la vida pertenece exclusivamente a Dios, que es el dador de toda vida. En los comienzos de la iglesia, los cristianos provenientes del judaísmo observaron rigurosamente esta prohibición (cf. Hch 15.19-20). Cf. Lv 7.26-27; 17.10-14; 19.26; Dt 12.16,23; 15.23.
c9.5 A cada hombre... prójimo: Cf. Gn 4.9-12; 2~S 12.9-10.
d9.6 Cf. Ex 20.13.
e9.6 Gn 1.27.
f9.7 Gn 1.28.
g9.8-11 Esta alianza tiene dimensión y alcances cósmicos, ya que abarca a todos los seres vivientes. Por eso, el recordatorio de la alianza (el arco iris, v. 13) ha sido puesto por Dios en el cielo, es decir, en uno de los elementos del cosmos. Además, es una alianza para siempre , que no cambiará (vv. 11-12). Por último, es un compromiso unilateral de Dios, porque él se obliga a sí mismo en virtud de una promesa solemne, sin imponer ninguna obligación a Noé.
h9.15 Me acordaré: Véase Gn 8.1~n.
i9.12-17 Esta alianza tiene una señal visible, como la circuncisión es el signo o señal de la alianza de Dios con Abraham (cf. Gn 17). Esa señal posee el valor de un recordatorio o memorial, ya que ella hace presente a Dios la promesa de no enviar un nuevo diluvio sobre la tierra. Cf. Eclo 44.18.
j9.18 Sem, Cam y Jafet: Cf. Gn 6.10; 10.1. Cam, padre de Canaán: Desde el siglo XVI a.C., el nombre Canaán designa a la población urbana y comerciante de la costa mediterránea. Este pasaje relaciona a Canaán con Cam, que es uno de los nombres de Egipto, porque Egipto dominó la región costera desde el siglo XVI hasta el siglo XII a.C.
k9.25-27 Aquí se confirma la sumisión de Canaán a Sem, el antepasado de los pueblos semitas (cf. Gn 11.10-32) y, por lo tanto, también del pueblo de Israel. Nótese que Canaán no puede ser identificado con las poblaciones de raza negra (véase Gn 9.18~n.).
a10.1-32 Este cap. se designa habitualmente con el nombre de «Tabla de los pueblos». En él, los principales pueblos conocidos por los antiguos israelitas aparecen distribuidos en tres grandes grupos -los descendientes de Jafet (vv. 2-5), de Cam (vv. 6-20) y de Sem (vv. 21-31)- cada uno de los cuales reúne naciones emparentadas entre sí por razones históricas o geográficas. De este modo, la multitud de naciones distribuidas sobre la tierra aparece como el cumplimiento de la bendición que Dios concedió a la humanidad surgida después del diluvio (cf. Gn 9.1). Además, el hecho de agrupar a todos los pueblos en un árbol genealógico pone de relieve la unidad del género humano y pone a Israel, el pueblo elegido, en relación con la humanidad entera.
b10.1 Sem, Cam y Jafet: Gn 5.32; 6.10; 7.13; 9.18.
c10.2 Hijos de Jafet: Esta expresión designa a los pueblos situados al norte y al nordeste del territorio ocupado por los semitas. Téngase en cuenta, asimismo, que la expresión hijo de X, en hebreo, no designa solamente la filiación en sentido estricto, sino también la pertenencia a un grupo o a una categoría.
d10.2 Este v. menciona a los cimerios (Gómer), de la región del Cáucaso, a los lidios (Magog), de Asia Menor, a los medos (Madai), de la región montañosa al noroeste de Irán, a los griegos de Jonia (Javán), en la costa occidental de Asia Menor, y a pueblos que habitaban en la región del Mar Negro (Tubal y Mésec). Tirás es probablemente el nombre bíblico de los tirsenios o tirrenos, piratas del Mar Egeo y antepasados de los etruscos.
e10.3 Asquenaz: los escitas, que desde las costas del Mar Negro se expandieron en varias regiones de Asia Menor y del Cercano Oriente. Rifat: pueblo aún no identificado. Togarmá: al oeste de Armenia.
f10.4 Elisá: en la costa oriental de la isla de Chipre (cf. Ez 27.7). Tarsis: Cf. Sal 48.7(8). Quitim: la isla de Chipre y otras islas y costas del Mediterráneo oriental (cf. Ez 27.6). Rodanim: según varios mss. y 1~Cr 1.7. Heb. Dodanim. El nombre Rodanim designa a los habitantes de la isla de Rodas, en el Mar Egeo.
g10.5 Éstos fueron los descendientes de Jafet: Esta frase no aparece en el texto hebreo, pero cf. vv. 20,31.
h10.6 Los hijos de Cam: es decir, los pueblos situados al sur de Palestina y del territorio habitado por los hijos de Sem.
i10.6 Cus, Misraim, Fut: Etiopía, Egipto y el territorio de la costa africana al sur del Mar Rojo. Canaán se menciona en este lugar porque estuvo mucho tiempo bajo el dominio de Egipto. Véase Gn 9.18~n.
j10.7 Sebá: Véase Sal 72.10~n. Havilá: región de Arabia. Sabtá, Raamá y Sabtecá: al sur de Arabia, en dirección al Yemen. Dedán: al noroeste de Arabia.
k10.8 Esta vez, el nombre de Cus (cf. v. 6) aparece asociado a las grandes ciudades de Mesopotamia y, sobre todo, de Asiria, el país de Nimrod (Miq 5.6[5]).
l10.9 De la leyenda de Nimrod lo único que se conoce es el dicho popular recogido en este pasaje.
m10.10 Calné: lugar no identificado. El texto hebreo también podría traducirse y Acad, todas ellas en la región de Sinar.
n10.10 Sinar: Véase Gn 11.2~n.
ñ10.11 Asur: es decir, Asiria, cuya capital, a partir del 705 a.C., fue Nínive. Cf. Jon 1.2; Nah 1—3.
o10.13 Ludeos, anameos, lehabitas y naftuhítas: Probablemente se trata de habitantes de la región comprendida entre Jerusalén y las colinas de Guézer (cf. Jos 10.33; 12.12), ciudad que el faraón de Egipto entregó como dote cuando una de sus hijas se casó con Salomón (cf. 1~R 9.16). Es posible que en esa región haya habido colonias egipcias.
p10.14 Patruseos: es decir, habitantes de Patrós, en el alto Egipto, al sur de Menfis. Cf. Is 11.11; Jer 44.1,15. Acerca de los filisteos, véanse Jos 13.3~n.; Jer 47.4 nota~e.
q10.15 Canaán: Véase Gn 9.18~n. Sidón: Véase Jos 11.8~n. Het: el antepasado de los hititas. Cf. Gn 15.20; 23.3, y véase Jos 1.4~n.
r10.16-18 Estos vv. ofrecen una lista de los habitantes de Canaán antes del establecimiento de los israelitas en dicho territorio. Véase Gn 15.19-21~n. Algunos de los nombres mencionados aparecen solamente en este lugar.
s10.19 Guerar: Cf. Gn 20.1. Gaza: ciudad filistea, al sudeste de Palestina. Véase Jos 11.22 nota~n. Sodoma, Gomorra, Admá y Seboím: al sudeste y sudoeste del Mar Muerto. Lesa: lugar no identificado.
t10.21 A pesar de ser primogénito de Noé (cf. Gn 5.32), se menciona a Sem en último lugar para destacar su importancia. De esta familia va a surgir el pueblo elegido por Dios para llevar a cabo su designio de salvación sobre la humanidad entera. Véanse Gn 11.10-26~n.; 12.1 nota~a.
u10.21 Éber: el antepasado de los hebreos (cf. Gn 11.16).
v10.22 Elam: Véase Gn 14.1~n. Asur: Cf. Gn 10.11-12. Arfaxad: probablemente los hurritas de la alta Mesopotamia, al este del Tigris. Lud: la región de Lidia, en Asia Menor. Aram: el conjunto de tribus arameas que habitaban en Siria y en las riberas del Éufrates.
w10.23 De los nombres que aquí se mencionan sólo se ha identificado el de Us, la patria de Job, en la frontera de Edom y Arabia (cf. Job 1.1).
x10.25 Como Péleg significa, en hebreo, división, aquí hay un juego de palabras con el verbo dividir. Probablemente se establece una división entre los semitas del norte (Péleg) y los del sur (Joctán).
y10.26-30 Los nombres de los trece hijos de Joctán corresponden a tribus o lugares de Arabia. Ofir (v. 29) era probablemente un puerto comercial, frecuentemente mencionado en el AT. Véase 1~R 9.28~n.
a11.1-9 La diversificación de las lenguas y la dispersión de los pueblos se presentan en este relato desde otro punto de vista. Ya no se trata, como en el cap. anterior, de algo bendecido por Dios, sino de un castigo impuesto al orgullo de los hombres.
b11.2 Sinar es el nombre bíblico de la vasta llanura comprendida entre los ríos Éufrates y Tigris, designada con el nombre de Mesopotamia. El v. 9 localiza este episodio en Babilonia, la ciudad más renombrada de aquella región. Cf. Gn 10.10; 14.1.
c11.3 El ladrillo y el asfalto o betún eran los materiales de construcción típicos de Mesopotamia, donde no había piedra para construir, como sí había en Palestina.
d11.4 Las ciudades de Mesopotamia tenían un templo con una torre escalonada, a la que se le daba el nombre de zigurat. Estas torres estaban construidas en forma de pirámide y su parte más alta era considerada como el lazo de unión entre el cielo y la tierra. La zigurat de Babilonia, que medía 90~m. de lado y más de 90 de alto, constaba de siete cuerpos o niveles superpuestos. En el presente relato, esa torre no aparece como un templo o un símbolo religioso; es, más bien, la expresión de la soberbia humana, que se propone construir una civilización para la gloria del hombre, sin tener en cuenta a Dios (Is 14.13-14; cf. Gn 3.6; Ez 28.2).
e11.4 Que llegue hasta el cielo: expresión característica de un proyecto desmesurado, que pretende traspasar todos los límites (Is 14.13-14; cf. Gn 3.6; Ez 28.2).
f11.9 Babel: es decir, Babilonia. La tradición babilónica atribuía al nombre de esta ciudad el significado de Puerta de Dios o Puerta de los dioses. El relato bíblico, no sin ironía, lo asocia, en cambio, con el verbo hebreo balal, que significa confundir. Según Hch 2.8-11, con el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés comienza la reunificación de la humanidad dispersada en Babel.
g11.10-26 Aquí y en los vv. 27-32 se van eliminando de las genealogías las ramas laterales, para dirigir la atención hacia los pueblos semitas y, más concretamente, hacia el linaje de Abraham, elegido por Dios para bendecir a todas las familias del mundo (Gn 12.1-3).
h11.27 Abram: Véase Gn 17.5 nota~d.
i11.28 Ur: Se trata, muy probablemente, de una de las ciudades más antiguas al sur de Mesopotamia, cerca de la desembocadura del Éufrates en el golfo Pérsico. En la Biblia se la llama Ur de los caldeos (v. 31), porque varios siglos después de Abraham, entre los años 600 y 539 a.C., estuvo bajo el dominio de los caldeos, pueblo semita que hablaba un dialecto arameo. La luna era el principal dios de la ciudad.
j11.30 Sarai: Véase Gn 17.15~n.
k11.31 Harán: ciudad de la alta Mesopotamia, donde, lo mismo que en Ur, se rendía culto al dios de la luna. En esta región se encontraban algunas tribus arameas emparentadas con Abraham. Cf. Gn 24.
l11.31 La familia de Térah emprende una migración que va a cubrir toda la región conocida con el nombre de Medialuna fértil: desde Ur de los caldeos hasta el Négueb y Egipto (Gn 12.9-10), pasando por Harán, en la alta Mesopotamia. El texto bíblico no dice por qué Térah decidió abandonar la ciudad de Ur ni por qué se detuvo en Harán. La partida de Abraham, por el contrario, está determinada por una expresa orden del Señor (cf. Gn 12.1-3).
a12.1 El Señor le dijo a Abram: Esta irrupción totalmente imprevista de la palabra de Dios hace que la historia del mundo entre en una nueva etapa. De la humanidad sumergida en el pecado (cf. Gn 6.5), Dios va a formar un pueblo nuevo, que comienza con Abraham (Gn 17.5). Por su prontitud en obedecer a la palabra de Dios (cf. v. 4), Abraham llegó a ser el padre y modelo de todos los creyentes (cf. Ro 4.11-12; Heb 11.8-10).
b12.1 Hch 7.2-3.
c12.2 La promesa hecha a Abraham es el hilo conductor de la historia patriarcal narrada en el libro del Génesis. En los caps. siguientes, esta promesa va a confirmarse una y otra vez, con sus dos elementos esenciales: una descendencia numerosa (Gn 13.16; 15.5; 17.6; 22.17-18; 26.4; 28.14) y la posesión de la tierra en la que Abraham, Isaac y Jacob vivieron como extranjeros (Gn 15.18-21; 26.3; 28.15; 50.24). Véase Ex 1.7 nota~e.
d12.2-3 Las palabras claves de esta promesa divina son bendecir y bendición, que aparecen cinco veces en sólo dos vv. La bendición prometida a Abraham y, a través de él, al pueblo de Israel y a la humanidad entera, está destinada a destruir la maldición que el pecado del hombre hizo recaer sobre la tierra (Gn 3.17; cf. 4.11; 5.29; 8.21; 9.25).
e12.3 Eclo 44.21; Hch 3.25; Gl 3.8. Por medio de ti... mundo: otra posible interpretación: todas las familias del mundo me pedirán una bendición como la que te he dado a ti. Igualmente en Gn 18.18; 22.18; 26.4; 28.14.
f12.6 Siquem: antigua ciudad de Palestina, situada entre los montes Ebal y Guerizim (véase Dt 11.29-30~n.). Antes de ser conquistada por los israelitas, había sido un importante centro político y religioso de los cananeos. La encina sagrada de Moré era un árbol o un pequeño bosque que servía como lugar de culto (cf. Gn 35.4; Dt 11.30; Jos 24.26). Es posible que sea el mismo árbol sagrado que en Jue 9.37 recibe el nombre de Encina de los Adivinos.
g12.7 Cf. Hch 7.5; Gl 3.16.
h12.8 Betel, nombre que en hebreo significa casa de Dios (Gn 28.19), era otro centro religioso de los cananeos, a unos 15 km. al norte de Jerusalén. En tiempos de la monarquía israelita, desempeñó un papel importante, porque allí se encontraba uno de los principales santuarios del reino del Norte (1~R 12.28-30; Am 7.13).
i12.9 Poco a poco: lit. yendo y quitando estacas (de las tiendas de campaña), es decir, haciendo escalas.
j12.9 El Négueb es la zona desértica que se extiende al sur de Palestina. Véase Abd vv. 19-20 nota~w.
k12.10-20 Narraciones semejantes a ésta se encuentran en Gn 20 y 26.1-11.
l12.10 En Palestina, las cosechas dependen de las lluvias (cf. Dt 11.10-12). El AT alude frecuentemente a la escasez de alimentos que se producía en aquella región a causa de sequías prolongadas (Gn 26.1; 43.1; 47.4; Rt 1.1; 2~R 4.38).
m12.10 En Egipto las cosechas eran regulares y seguras, porque las crecidas del río Nilo inundaban periódicamente los campos de cultivo. Documentos egipcios antiguos atestiguan que cuando había hambre en Canaán, muchos extranjeros iban a Egipto a comprar trigo, y a veces a instalarse allí como refugiados. Cf. Gn 47.3-4.
n12.13 Mi hermana: Véase Gn 26.6-11~n.
ñ12.15 Faraón, rey de Egipto: Véase Ex 1.11 nota~k.
o12.18 El texto no explica cómo se enteró el faraón de que Sara era la esposa de Abraham. Compárese este v. con Gn 20.3; 26.8.
a13.7 Abraham y sus parientes eran pastores seminómadas, que se desplazaban de un lugar a otro, por lo general en los bordes de las zonas de cultivo, en busca de pastos para sus rebaños. La distribución de los campos de pastoreo y el uso de los pozos de agua eran motivo de frecuentes altercados entre los pastores. Cf. Gn 26.19-21; Ex 2.16-19.
b13.10 El valle del Jordán es la llanura que se extiende a orillas de ese río antes de su desembocadura en el Mar Muerto. Gran jardín: lit. jardín del Señor. Esta expresión tiene probablemente un sentido superlativo e indica la grandeza o excelencia del lugar. (Acerca de esta manera de expresar el superlativo, véase Gn 1.2 nota~d.) Quizá hay también una alusión al jardín de Edén (Gn 2.8-14). Sóar estaba situada en ese mismo valle, al sur del Mar Muerto.
c13.10 Sodoma: ciudad luego destruida (Gn 19.24), cuyo nombre se conserva todavía en el del Yébel Usdum («montaña de Sodoma»), que es una cadena montañosa situada al sur del Mar Muerto. Gomorra también se encontraba en aquella región.
d13.14-17 Cf. Hch 7.5; Gl 3.16. Aquí se renueva la promesa que el Señor había hecho a Abraham. Véase Gn 12.2~n.
e13.18 Hebrón: ciudad de la montaña de Judá, a 36 km. al sur de Jerusalén. Es una de las más antiguas ciudades de Palestina (cf. Nm 13.22), habitada ininterrumpidamente hasta el día de hoy. Los árabes la llaman El Jalil, «el Amigo», en memoria de Abraham, el amigo de Dios (2~Cr 20.7; Is 41.8; Stg 2.23). El bosque de encinas se encontraba a unos 3 km. al norte de Hebrón y era probablemente un lugar sagrado. Cf. Gn 14.13; 18.1.
a14.1 Sinar: Cf. Gn 10.10, y véase Gn 11.2~n. Elam es el nombre de una región situada al este de Mesopotamia, en lo que hoy es Irán (véase Jer 49.34~n.). Tidal es un nombre hitita, y Goím, en hebreo, significa naciones, por lo que algunos traducen Tidal, rey de naciones. Los nombres restantes no han podido ser identificados con precisión.
b14.2 Los nombres de Bera y Birsá tienen quizá un valor simbólico, ya que en hebreo el primero podría significar en el mal y el segundo en la maldad. En tal caso, habría aquí una alusión a la depravación de Sodoma y Gomorra (cf. Gn 18.20-21). El nombre del rey de Bela o de Sóar no se menciona en el texto.
c14.2 Las ciudades aquí mencionadas se hallaban al sur del Mar Muerto. (Acerca de Sodoma y Gomorra, véase Gn 13.10 nota~c). Admá y Seboím: Cf. Dt 29.23(24); Os 11.8.
d14.3 Mar Muerto: lit. Mar de la Sal o Mar Salado, llamado también Mar de Arabá (véase Dt 1.1~n.).
e14.5 Los refaítas, zuzitas y emitas eran antiguos pobladores de las regiones al este del Jordán. Véanse Dt 2.10-11~n.; 3.11~n.
f14.5-6 Horeos: habitantes de los montes de Seír, al sudeste de Canaán, donde más tarde se instalaron los edomitas (Dt 2.12). De acuerdo con las indicaciones dadas en el texto, los invasores siguieron el itinerario recorrido por las caravanas de mercaderes: desde Astarot Carnaim y Ham, en el sur de Siria, hasta El-parán, en el Golfo de Akaba, pasando por Savé-quiriataim, al este del Mar Muerto.
g14.7 En-mispat, que en hebreo significa Fuente del juicio, es otro nombre de Cadés-barnea, un oasis al sur de Beerseba, en el desierto del Négueb (véase Gn 12.9 nota~j). En la Biblia se lo recuerda como una etapa importante en la marcha de los israelitas desde Egipto hacia la tierra prometida (cf. Nm 20.1,14,22; Dt 1.2,46). El nombre Cadés se asemeja a la palabra hebrea que significa santo, y esto indica que ese manantial era venerado como lugar sagrado.
h14.7 Los amalecitas eran tribus nómadas de la península del Sinaí (véase Ex 17.8~n.). Acerca de los amorreos, véase Gn 15.16~n. Hasesón-tamar: Podría tratarse de En-gadi, un oasis en la parte occidental del Mar Muerto (cf. Jos 15.62), o bien de alguna ciudad al sur de ese mismo mar.
i14.10 El valle de Sidim es la profunda depresión donde se encuentra el Mar Muerto, cuya superficie está a 392~m. por debajo del nivel del mar.
j14.12 Lot, el sobrino de Abram: Cf. Gn 13.12; 19.1-29.
k14.13 Un hombre que había escapado con vida: Cf. 2~S 1.2-3.
l14.13 Abraham es llamado aquí el hebreo, término de uso limitado en el AT, pero que conoció una amplia difusión en el antiguo Oriente, donde aparece bajo las formas de apiru, hapiru o habiru. Ese título designa a grupos no integrados en la sociedad, ya sean mercaderes de caravanas, mercenarios en el ejército, bandoleros o refugiados. Es decir, que el término no se refería a un grupo nacional o racial, sino a una determinada condición social. Véanse Gn 10.21~n.; 1~S 14.11~n.
m14.13 El bosque de encinas de Mamré: Véase Gn 13.18~n.
n14.13 Mamré, que antes había aparecido como un nombre de lugar, pasa a ser aquí el nombre de una persona. El amorreo: Véase Gn 15.16~n.
ñ14.13 Escol, en hebreo, significa racimo de uvas. En Nm 13.23-24, es el nombre de un valle cerca de Hebrón. En 1~Cr 6.70(55), Aner es una ciudad.
o14.14 Abraham no aparece en este relato como un simple pastor de ovejas, sino como un guerrero valeroso, capaz de reclutar un pequeño ejército y de entrar en combate con los reyes. Un poco más adelante (vv. 22-24), el patriarca se va a manifestar como un vencedor noble y desinteresado.
p14.14 Dan: Véase Jos 19.40~n. Aquí, ese término designa, de una manera general, el extremo norte de Palestina. Cf. Jue 20.1.
q14.17 El Valle del Rey: Se trata sin duda de un valle cercano a la ciudad de Jerusalén, mencionado también en 2~S 18.18.
r14.18 El nombre de Melquisedec significaba originariamente (el dios) Sedec es rey. Sedec era uno de los dioses de Jerusalén, venerado por los jebuseos antes de la conquista de la ciudad por el rey David (cf. 2~S 5.6-9). Pero la palabra sedec significa también justicia, y por eso el nombre de Melquisedec se interpretó más tarde como Mi rey es justicia (cf. Heb 7.2). En Jos 10.1 se habla de otro rey cananeo de Jerusalén llamado Adonisédec.
s14.18 Salem: es decir, Jerusalén (véase Sal 76.2[3]~n.), la ciudad conquistada por David, que llegó a ser la capital de su reino.
t14.18 Melquisedec era a la vez rey y sacerdote, como solían serlo los reyes y soberanos en el antiguo Oriente (cf. 2~S 6.13-14,18; 1~R 8.14-15,55).
u14.18 Dios altísimo: en hebreo, El Elyón. Según parece, El Elyón era el dios supremo de los habitantes de la Jerusalén preisraelita. Al identificar a esta divinidad con Yahvé, el dios de Israel, el texto bíblico quiere hacer ver que Abraham, el padre del pueblo judío, y Melquisedec, un rey y sacerdote no israelita, veneraban con distintos nombres al mismo Dios creador. Acerca del nombre divino Yahvé, traducido aquí por el Señor (cf. v. 22), véanse Gn 4.26 nota~y; Ex 3.14 nota~n; 3.15~n.
v14.18 Pan y vino: El NT ve en Melquisedec, una figura de Cristo, el Sumo sacerdote de la nueva alianza (cf. Heb 5.6-10; 6.20; 7). Véase también Sal 110.4~n.
w14.20 La décima parte de lo que había recobrado: Véase el comentario que se hace de este v. en Heb 7.4-10.
x14.22-24 Esta declaración pone de relieve la generosidad y la justicia de Abraham, que no reclama nada para sí, sino que afirma los derechos de sus aliados. Acerca de Aner, Escol y Mamré, véanse Gn 14.13 notas~m, n y~ñ.
a15.1 Tu protector: lit. tu escudo. Véase Sal 3.3(4)~n.
b15.2-3 Traducción probable de un texto muy oscuro. Al parecer, Abraham se lamenta ante el Señor porque no ha tenido hijos y el heredero de sus bienes, de acuerdo con las costumbres de la época, será uno de sus criados. El Señor le confirma sus promesas (v. 5) y establece con él una alianza (v. 18). Véase Gn 12.2~n.
c15.5 Ro 4.18; Heb 11.12.
d15.6 Creyó al Señor: La fe de Abraham es un acto de entrega personal al Señor y de plena confianza en su promesa (cf. 1~Mac 2.52; Ro 4.3,9,22; Gl 3.6; Stg 2.23). El Señor lo aceptó como justo: La justicia que el Señor le reconoce a Abraham depende enteramente de la fe, y no de las obras de la Ley, pues ésta aún no había sido promulgada (cf. Gl 3.17). Por eso, Pablo, cuando habla de la fe necesaria para alcanzar la salvación, pone a Abraham como modelo y ejemplo (Ro 4; Gl 3.6-20). Véase Sal 106.31~n.
e15.9 Estos animales son los elementos necesarios para la celebración de una antigua ceremonia, que tenía lugar cuando se concertaba un pacto. Los animales sacrificados se partían por la mitad (v. 10), y los contratantes pasaban entre las dos mitades pronunciando un juramento o una fórmula de imprecación. Los animales partidos por la mitad eran, a su vez, el símbolo de la suerte que ellos mismos correrían si faltaban al compromiso contraído. Cf. Jer 34.18-19.
f15.12 Se quedó profundamente dormido: Este profundo sueño recuerda el de Adán en Gn 2.21. El texto hebreo emplea en ambos casos la misma palabra. Cf. Job 4.13.
g15.13 Alusión a la esclavitud de los israelitas en Egipto. Cf. Ex 1.1-14; 12.40-41, y también Hch 7.6.
h15.13-14 Hch 7.6-7.Cf. Jdt 5.9-12.
i15.16 Amorreos: término que aquí se emplea para designar a los antiguos pobladores de Canaán, antes de la formación del pueblo de Israel. La maldad de los amorreos: Cf. Ex 23.23-24; 34.11-16.
j15.17 El horno y la antorcha representan la presencia del Señor, el cual se compromete, con juramento, a mantener la promesa hecha a Abraham.
k15.18 Río de Egipto: no el Nilo, sino el llamado también arroyo de Egipto (Jos 15.4), hoy el-Arish, al sudoeste de Palestina, cerca de la costa del Mediterráneo. El Éufrates: Véase Gn 2.10-14~n. Estos ríos marcaban los límites teóricos de la tierra prometida y coinciden en principio con los señalados en Dt 11.24; 1~R 4.21(5.1).
l15.19-21 Esta lista enumera los pueblos de Palestina antes de la llegada de los israelitas; se asemeja a las de Ex 3.8,17; 13.5; 23.23,28; 33.2; 34.11; Dt 7.1; 20.17; Jos 3.10.
a16.2 Según las ideas de la época, la esterilidad era la peor desgracia que le podía ocurrir a una mujer (cf. 1~S 1.10-11). Para atenuar algo de su deshonra, la mujer estéril podía dar a su marido una esclava y reconocer a los hijos de ésta como si fueran propios. Cf. Gn 30.1-13.
b16.4 Cf. 1~S 1.6-7.
c16.7 El v. 13 muestra claramente que, en este contexto, el ángel (o mensajero) del Señor no es un ser distinto de Dios, sino el mismo Señor que se manifiesta y hace sentir su presencia de manera sensible. Véanse Ex 3.2~n.; 23.20-33~n.; 32.34~n.; cf. también Jue 6.11-24.
d16.7 El camino de Sur: Probablemente se trata de la antigua ruta que llegaba hasta Egipto, la tierra de Agar, atravesando el desierto de ese nombre (cf. Gn 25.18; 1~S 15.7; 27.8).
e16.11 Ismael, en hebreo, significa Dios escucha o Que Dios escuche.
f16.12 Este v. describe el estilo de vida propio de los beduinos árabes, descendientes de Ismael, en las regiones desérticas al sur de Palestina. Cf. Gn 25.16-18.
g16.13 El Dios que ve: heb. El Roí. Dios me ha visto y todavía estoy viva: otra posible traducción: ¿No he visto realmente a Dios y permanezco con vida después de mi visión? Cadés: Véase Nm 13.26~n.
h16.15 Cf. Gl 4.22.
a17.1 Dios todopoderoso: traducción tradicional del heb. El Shadai, antiguo título de Dios cuyo significado primitivo pudo haber sido Dios de la montaña (cf. Sal 91.1). Este mismo título vuelve a aparecer en Gn 28.3; 35.11; 48.3 y Ex 6.3, siempre en relación con la promesa de una numerosa descendencia.
b17.2 Este relato pone de relieve otros aspectos del pacto o alianza de Dios con Abraham. Aquí la alianza contiene, en primer lugar, la promesa de una descendencia (vv. 4-6) y de una tierra (v. 8); además, ella establece una relación perdurable, en virtud de la cual los descendientes de Abraham reconocerán siempre, como su propio Dios, al Dios que instituyó esta alianza (v. 7).
c17.5 Ya no vas a llamarte: El cambio de nombre representa simbólicamente el comienzo de una nueva era, relacionada con el pasado pero distinta de él (Gn 32.28[29]). Cf. Ro 4.17-18.
d17.5 Abram y Abraham parecen ser dos formas dialectales de un mismo nombre, que significa el padre es elevado o el padre ama. La interpretación dada en el texto se funda en el hecho de que la forma Abraham tiene un sonido semejante al de las palabras hebreas que significan padre de muchas naciones.
e17.8 Hch 7.5-6.
f17.10-14 La circuncisión o corte del prepucio será en adelante la señal de la alianza de Dios con Abraham (cf. Eclo 44.20; Hch 7.8; Ro 4.11), como el arco iris había sido la señal del pacto con Noé (Gn 9.12-17).
g17.15 Sarai y Sara son dos formas del mismo nombre, que significa princesa o dama de alto rango. El cambio de nombre simboliza la nueva situación en la que ella se encuentra a causa de la promesa de Dios (cf. v. 5).
h17.19 El nombre Isaac significa Que (Dios) ría o sea benévolo. Aquí el que se ríe es Abraham (v. 17). En el relato paralelo de Gn 18.12, Sara también se ríe al oír el anuncio de algo que parecía imposible. Véase Jn 8.56~n.
a18.1 Mamré: cerca de Hebrón, en las montañas de Judá. Véase Gn 13.18~n.
b18.2 Tres hombres: A lo largo de todo el relato, un cierto misterio envuelve a estos tres huéspedes de Abraham. A uno de ellos, que es portavoz de los tres, se lo identifica con el Señor (vv. 1,13,17), mientras que a los otros dos se los llama ángeles (Gn 19.1,17).
c18.2-8 Abraham practica la hospitalidad característica de la gente del desierto. Cf. Heb 13.2.
d18.10 El año próximo: lit. conforme al tiempo de la vida. Este modismo hebreo equivale a «el año que viene para esta misma fecha». Sin embargo, algunos comentaristas lo interpretan de manera distinta: «al terminar el período del embarazo», «en la primavera» (cuando renace la vegetación), o «en el otoño» (cuando las lluvias traen nueva vida). En 2~R 4.16-17, la misma expresión está en un contexto semejante.
e18.12 1~P 3.6.
f18.14 Jer 32.17,27; Lc 1.37; Ro 9.9.
g18.12-15 La risa de Sara se menciona como explicación del nombre Isaac. Véase Gn 17.19~n.; cf. 21.6.
h18.16-33 Este relato pone de relieve que en el obrar de Dios se manifiestan su justicia y su misericordia. Él no sólo no quiere hacer morir al inocente junto con el culpable (v. 25), sino que habría perdonado a la ciudad pecadora si hubiera encontrado en ella unos cuantos justos. Cf. Jer 5.1; Ez 22.30.
i18.20 El pecado de Sodoma y Gomorra se identifica habitualmente con la práctica de la homosexualidad (cf. Jud 7). Sin embargo, los profetas no lo reducen a la perversión sexual, sino que lo asocian con toda clase de desórdenes de carácter social. En Is 1.10-17; 3.9, ese pecado es la injusticia; en Jer 23.14, el adulterio, la mentira y la incitación al mal; en Ez 16.49, el orgullo, la vida fácil y la despreocupación por los pobres. Véase Gn 19.5~n.
j18.21 Gn 11.5; Ex 2.25.
k18.25 Gn 20.4.
a19.1 Los dos ángeles: Véase Gn 18.2~n.
b19.1 Sodoma: Véanse Gn 10.19~n.; 13.10~nota~c.
c19.2-3 Cf. Gn 18.3-8.
d19.5 Acostarnos con ellos: lit. conocerlos, expresión que se usa para designar las relaciones sexuales. La pretensión de los habitantes de Sodoma incluye dos delitos: la perversión sexual y la violación de la ley de la hospitalidad. Acerca del primero de estos pecados, cf. Lv 18.22; 20.13; Dt 23.17-18(18-19); Ro 1.26-27.
e19.7-8 De acuerdo con las costumbres del antiguo Oriente, la obligación de proteger la vida de un huésped era aún más importante que el honor de una mujer. Cf. Jue 19.23-24.
f19.11 Cf. 2~R 6.18.
g19.16 2~P 2.7.
h19.22 El nombre Sóar y la palabra hebrea que significa pequeña tienen un sonido semejante.
i19.24 Fuego y azufre: Ésta es una fórmula que se emplea varias veces en el AT para designar la ejecución del juicio de Dios (Dt 29.23[22]; Sal 11.6; Ez 38.21-22). Por tanto, de esta expresión no pueden sacarse conclusiones acerca del modo como se produjo la catástrofe.
j19.24-25 Cf. Sab 10.6-8; Mt 10.15; 11.23-24; Lc 10.12; 17.29; 2~P 2.6; Jud~7.
k19.26 Cf. Sab 10.7; Lc 7.32. Cerca de la costa sur del Mar Muerto hay grandes depósitos de sal, que a veces forman figuras grotescas. Es inútil tratar de identificar la figura de la mujer de Lot con algunos de estos bloques, como se ha pretendido algunas veces.
l19.31-32 Ante la imposibilidad de asegurarse una descendencia por los medios ordinarios, las hijas de Lot toman medidas extraordinarias para evitar la extinción de su raza (cf. Is 4.1). Este deseo de sobrevivir a cualquier precio, y al margen de toda preocupación moral, pone una nota positiva en la acción que ellas realizan.
m19.37 El nombre Moab y la expresión hebrea que significa por parte del padre tienen un sonido semejante.
n19.38 Ben-amí significa en hebreo hijo de mi pueblo; esta expresión tiene un sonido parecido a bené-Amón, que en hebreo significa hijos de Amón, es decir, amonitas.
ñ19.38 Los moabitas y amonitas habitaban en la región situada al este del Mar Muerto; se los consideraba descendientes de Lot y, por lo tanto, emparentados con los israelitas (cf. Dt 2.9,19). Sin embargo, sus relaciones con Israel no fueron amistosas (cf., por ej., Nm 22—24; Jue 3.12-14,26-30; 10.6—11.33). Por eso el presente relato, al mismo tiempo que los relaciona con la raza de Abraham, asocia sus orígenes con un acto incestuoso.
a20.1-18 Nótese el paralelismo de este relato con el de Gn 12.10-20. Cf. también Gn 26.6-11.
b20.1 Guerar: región al sudeste de Gaza. Cadés: Cf. Gn 14.7; 16.14. Sur: Cf. Gn 16.7.
c20.3-6 El relato pone de relieve la inocencia de Abimélec, haciendo notar que él no había tocado a Sara.
d20.7 Por su especial relación con Dios, el profeta no sólo anuncia la palabra del Señor, sino que también intercede ante él en los momentos críticos (1~S 7.8; 12.19; Jer 37.3; 42.1-4; Am 7.2,5). En este segundo sentido recibe aquí Abraham el título de profeta. Cf. Gn 18.22-32.
e20.12 Los matrimonios en este grado de parentesco estaban permitidos en tiempos antiguos (cf. 2~S 13.13), pero luego fueron prohibidos por la ley (Lv 18.9,11; 20.17).
f20.16 Mal de ti: traducción probable. Heb. oscuro.
a21.2 Cf. Heb 11.11.
b21.4 Gn 17.12; Hch 7.8.
c21.8 En el antiguo Israel, el niño no solía ser destetado antes de los dos o tres años de edad, y ese acontecimiento era celebrado con festejos.
d21.9 Se burlaba de: otra posible traducción: jugaba con. De Isaac: (o con Isaac): según la versión griega (LXX); en hebreo no se menciona este nombre.
e21.10 Gl 4.29-30. Según las costumbres de la época, el nacido de una concubina esclava podía heredar junto con los hijos de la esposa, o bien obtener la libertad. Sara pide esto último para el hijo de Agar.
f21.12 Ro 9.7; Heb 11.18.
g21.14 Beerseba: ciudad situada al sur de Palestina, al borde del desierto del Négueb (véase Gn 12.9 nota~j). La expresión desde Dan hasta Beerseba se utiliza frecuentemente en el AT para designar la totalidad del territorio israelita, de norte a sur. Cf. Jue 20.1; 1~S 3.20; 2~S 3.10; 1~R 4.15.
h21.16 El niño: según la versión griega (LXX). Heb. ella.
i21.17 Oyó... ha oído: Nótese el juego de palabras entre el verbo oír y el nombre de Ismael. Véase Gn 16.11~n.
j21.20-21 Cf. Gn 16.12. Parán es el nombre de la región semidesértica situada al sur de Canaán, en dirección a Egipto, antes de llegar al desierto del Sinaí propiamente dicho. Cf. Nm 10.12; 1~R 11.18.
k21.22-34 Un relato muy semejante a éste se encuentra en Gn 26.26-31; pero allí, el que realiza el pacto con Abimélec no es Abraham sino Isaac.
l21.30-31 Beerseba, en hebreo, puede significar pozo del juramento o pozo de los siete. Cf. Gn 26.31-33.
m21.32-34 Los filisteos invadieron el sur de Palestina en el siglo XII a.C., es decir, varios siglos después de la llegada de Abraham. Aquí se habla del país de los filisteos, porque así era designada aquella región en la época en que se escribió este relato.
a22.1-19 La historia de Abraham llega, ahora, a su punto más dramático. Cuando todo hacía pensar que la promesa había alcanzado su cumplimiento, el hijo prometido tiene que ser ofrecido en sacrificio. Abraham se muestra dispuesto a cumplir esta orden divina; y por haberse mantenido fiel en el momento de la prueba suprema, llegó a ser un perfecto ejemplo de fe y de obediencia a la palabra del Señor. Cf. 1~Mac 2.52; Eclo 44.20; Sab 10.5; Stg 2.21.
b22.2 En la versión griega (LXX), la palabra hebrea que significa único se traduce por amado. Esta última expresión la recoge luego el NT y la aplica a Jesucristo (Mt 3.17).
c22.2 La tierra de Moria no ha podido ser localizada con exactitud. En 2~Cr 3.1 se da el nombre de monte Moria al sitio donde Salomón hizo edificar el templo de Jerusalén; pero no es seguro que el autor de este relato haya identificado los dos sitios.
d22.8 En hebreo, la frase traducida por Dios se encargará (lit. Dios verá) y el nombre del monte Moria tienen un sonido semejante. El mismo verbo se vuelve a encontrar en el v. 14, donde se lo traduce por da lo necesario.
e22.11 El ángel del Señor: Véase Gn 16.7 nota~c.
f22.11 Cf. 1~S 3.10.
g22.13 En la sustitución de la víctima humana por un animal podría verse una condena de los sacrificios humanos. Los pueblos vecinos de Israel ofrecían ocasionalmente tales sacrificios, sobre todo en momentos de calamidad (cf. 2~R 3.26-27). También los israelitas ofrecieron sacrificios humanos en algunas ocasiones, aunque la ley de Moisés los prohibía severamente (Lv 20.1-5). Véase Is 57.5 nota~g.
h22.15-17 En respuesta a la obediencia de Abraham, el Señor le renueva su promesa (véase Gn 12.2~n.). Cf. Heb 6.13-14; 11.12.
i22.17 Ellos siempre vencerán a sus enemigos: lit. poseerán la puerta de sus enemigos. Esta expresión alude probablemente a la conquista de Jerusalén por parte de David (2~S 5.6-9), acontecimiento que marca una etapa importante en el cumplimiento de las promesas divinas. En tal caso, la palabra puerta debería entenderse en el sentido de gobierno o poder.
j22.18 Sobre esta bendición, véanse Gn 12.2-3~n.; 12.3~n.
k22.19 Beerseba: Véase Gn 21.30-31~n.
l22.20-24 La siguiente lista genealógica, al introducir el nombre de Rebeca, la esposa de Isaac, prepara el relato del cap. 24. En ella se mencionan doce hijos de Nahor (cf. Gn 11.27,29), así como otras listas mencionan doce hijos de Jacob (Gn 35.22-26) y doce hijos de Ismael (17.20; 25.12-16).
a23.1-20 La necesidad de poseer una tumba para enterrar a su esposa Sara hace que Abraham se convierta en propietario de una parcela en la tierra prometida. La posesión de este sepulcro familiar y del terreno adyacente es como el anticipo y la prefiguración de la conquista de todo el resto del país.
b23.3 Hititas: lit. hijos (o descendientes) de Het. Véase Jos 1.4~n.
c23.4 El relato insiste en señalar que Abraham era un extranjero en aquel país (cf. Heb 11.9,13). En su condición de tal, no podía adquirir una propiedad sin el expreso consentimiento de los nativos del lugar.
d23.4 La posesión de un sepulcro familiar era un hecho de gran importancia, porque aseguraba un lugar de descanso junto a los antepasados (cf. Gn 49.29-32; 1~R 13.22; Hch 7.16).
e23.6 Escogido de Dios: otra posible traducción: jefe eminente o poderoso. En tal caso, la expresión de Dios equivaldría a un superlativo (véase Gn 1.2 nota~d).
f23.10 La entrada (lit. la puerta) de la ciudad era el sitio donde se trataban los asuntos oficiales y se realizaban las negociaciones. Véanse Rut 4.1~n. y Sal 127.5~n.
g23.11 El ofrecimiento del terreno como regalo es, en realidad, una forma cortés de proponer una venta. De hecho, Abraham así lo entiende, y por eso se muestra dispuesto a pagar el precio correspondiente. Los regateos y las excesivas muestras de cortesía reflejan la manera habitual de realizar las transacciones comerciales en el Cercano Oriente.
h23.15 Monedas: lit. siclos (véase Tabla de pesas, monedas y medidas). El metal acuñado, o sea, la moneda propiamente dicha, no se usó en Palestina antes del siglo~VII a.C. Por tanto, lo habitual en épocas anteriores era pesar cierta cantidad de metal y utilizarla en los contratos de compraventa.
i23.19 En la cueva de Macpelá fueron enterrados, además de Sara, el propio Abraham (Gn 25.9-10), Isaac (Gn 35.29), Rebeca, Lía y Jacob (Gn 49.31; 50.13). La tradición ha ubicado esta tumba de los patriarcas en el interior de una gran mezquita musulmana, en Hebrón.
a24.1-67 Este largo capítulo hace revivir usos y costumbres del antiguo mundo oriental. La referencia al matrimonio de Isaac parece insinuar que la vida de Abraham ya está cercana a su fin (cf. Gn 25.7-10). En adelante, el cumplimiento de las promesas divinas estará vinculado a la persona de Isaac y a su matrimonio con Rebeca (cf. Gn 25.11; 26.24).
b24.2 El sentido de este gesto no está del todo claro. El hecho de poner la mano cerca de los órganos de la reproducción quizá solemnizaba un juramento relacionado con el origen y la transmisión de la vida. Cf. Gn 47.29.
c24.3 Dios del cielo y de la tierra: Esd 5.11; cf. Gn 14.22.
d24.3-4 El matrimonio entre miembros de la propia tribu o de grupos más o menos emparentados (endogamia), ha sido una costumbre corriente en muchas sociedades. Entre los israelitas, esta práctica estaba reforzada por el deseo de preservar a la comunidad de la contaminación religiosa. Cf. Ex 34.15-16; Dt 7.3-4; Esd 9.2.
e24.7 Cf. Gn 12.1-3.
f24.7 Sobre esa promesa hecha a Abraham y a sus descendientes, véase Gn 12.2~n.
g24.7 Su ángel: Véase Gn 16.7 nota~c.
h24.6-8 ¡De ninguna manera lleves allá a mi hijo!: La vuelta de Isaac al país de sus antepasados (cf. Gn 12.1) sería lo mismo que renunciar a las promesas del Señor.
i24.10 Nahor: población de Mesopotamia, no lejos de Harán. Según Gn 11.24,26, éste era también el nombre del abuelo y de un hermano de Abraham. Mesopotamia: lit. Aram-naharaim: Véase Sal 60.(2) nota~d.
j24.12 El criado de Abraham encomienda al Señor el éxito de su misión. De este modo, el narrador hace ver que el matrimonio de Isaac con Rebeca no es un mero contrato entre dos familias, o un asunto puramente humano, sino una etapa decisiva en el cumplimiento de las promesas divinas. Cf. vv. 26,50.
k24.14 Cf. Jue 6.36-40 y 1~S 14.6-10, donde se realizan acciones similares con el objeto de conocer la voluntad divina.
l24.15 Cf. Gn 22.20-23.
m24.22 Y se lo puso a ella en la nariz: según el texto samaritano del Pentateuco. En el texto hebreo no aparece esta frase, pero cf. v. 47. Todavía hoy, algunas mujeres del Cercano Oriente llevan un anillo suspendido de la nariz.
n24.32 Véase Gn 18.2-8~n.
ñ24.49 Para que yo sepa lo que debo hacer: otra posible traducción: para que yo sepa qué camino seguir (lit. y yo me dirigiré a la derecha o a la izquierda).
o24.60 Conquisten las ciudades: lit. posean las puertas: Véase Gn 22.17~n.
p24.62 «El que vive y me ve»: Véase Gn 16.13~n.
q24.63 A dar un paseo: traducción probable; el texto hebreo emplea un verbo de significado incierto.
r24.65 Es mi amo: Al término de su viaje, que pudo haber durado hasta dos meses, el siervo da el título de amo a Isaac. Tal vez el texto sugiere que, entre tanto, Abraham había muerto, dejando a Isaac como nuevo jefe del clan.
a25.1-6 Según esta genealogía, Abraham es el antepasado de varias tribus árabes, incluidos los madianitas. La identificación de algunos de estos nombres resulta problemática, pero se trata, sin duda, de grupos que se desplazaban por las regiones desérticas al este de Canaán y más hacia el sur, en los límites con Arabia.
b25.4 Los hijos de Madián o madianitas se mencionan repetidamente en el AT (cf. Ex 2.16; 3.1; 18.1; Jue 6—8; Sal 83.9[10]; Is 9.4[3]).
c25.6 La región de oriente: es decir, los desiertos de Siria y de Arabia, al este y al sudeste de Palestina. Véase Jue 6.3 nota~c.
d25.8 Fue a reunirse con sus antepasados: Este modismo hebreo, frecuente en el AT, alude probablemente a la costumbre de enterrar a los muertos en el sepulcro familiar, junto con los otros miembros de la familia ya fallecidos. Véase Gn 23.4 nota~d.
e25.9 Macpelá: Véase Gn 23.19~n.
f25.10 Gn 23.3-16.
g25.16 Los doce hijos de Ismael: Véase Gn 22.20-24~n.
h25.18 Asiria: Dado el contexto geográfico, no se trata aquí del imperio asirio sino de la región habitada por los asureos del v. 3. Véase Gn 25.1-6~n.
i25.18 Cf. Gn 16.12. A pesar de la oposición de: otras posibles traducciones: aparte de, o al oriente de.
j25.20 Padán-aram: Este nombre significa camino o campo de Aram y designa, probablemente, un sitio particular dentro de la región llamada Aram-naharaim o Mesopotamia. Véase Sal 60.(2) nota~d.
k25.21 El tema de la esterilidad de la mujer ocupa un lugar muy destacado en la historia de los patriarcas hebreos (cf. Gn 16.1-6; 30.1). Véase también Sal 113.9~n. La referencia a este tema pone de relieve la intervención especial de Dios en el nacimiento de algunas personas llamadas a desempeñar un papel relevante en la historia de la salvación. Su nacimiento no se debe a una mera casualidad, sino que responde a un designio particular de Dios. Véase Lc 1.25~n.
l25.22 La lucha de los hermanos en el seno materno preanuncia la rivalidad y los numerosos conflictos entre Jacob y Esaú (cf. Gn 27.41-45).
m25.22 ¿Para qué seguir viviendo?: Según una versión antigua. Heb. oscuro. Otra posible traducción: ¿por qué me sucede a mí esto?
n25.22 Estas consultas al Señor se hacían, por lo general, en algún santuario o lugar de culto.
ñ25.23 Esaú y Jacob se presentan aquí no como meros individuos, sino como antepasados de dos pueblos (Edom e Israel, respectivamente), cuyas relaciones no fueron nada amistosas. Véanse Abd 1 nota~b; 10~n.
o25.23 El mayor estará sujeto al menor: Cf. Ro 9.10-13.
p25.25 La palabra hebrea que significa vello tiene sonido semejante a Seír, que es otro nombre de Esaú. Cf. Gn 36.8.
q25.26 Jacob (en hebreo Ya'acob) es la forma abreviada de Ya'acob-el, nombre semita cuyo significado es Que Dios proteja. Aquí ese nombre se asocia con la palabra hebrea traducida por talón, que tiene un sonido semejante. Cf. Gn 27.36, donde, por la semejanza de sonido, también se lo relaciona con el verbo que significa hacer trampa o suplantar.
r25.27-28 Aquí se contraponen dos formas de vida: la del cazador, por un lado, y la del campesino o del pastor, por el otro.
s25.30 El texto hebreo hace un juego de palabras con el nombre de Edom y el adjetivo admoni, que significa rojo (cf. v. 25).
t25.31 Tus derechos de hijo mayor: El primogénito o hijo mayor tenía una serie de privilegios que lo ponían por encima de los demás hermanos. En particular, a él le correspondía el primer puesto después del padre y una doble parte de la herencia familiar (cf. Dt 21.17).
u25.33 El juramento es la garantía de que Esaú renunciaba a su derecho de manera irrevocable.
v25.34 Sin dar ninguna importancia: Cf. Heb 12.16-17.
a26.1 Cf. 12.10.
b26.1 Los filisteos: Véase Gn 21.32-34~n.
c26.3 Yo estaré contigo: En la historia de Isaac, Jacob y José se destaca, junto al tema de la bendición, la promesa de la asistencia divina (Gn 26.24; 28.15; 31.3; 39.2-3,21). Véanse también las referencias en Ex 3.12 nota~j.
d26.4 Por medio de tus descendientes: Véase Gn 12.3~n.
e26.3-5 Isaac es depositario de la promesa hecha a Abraham (Gn 12.1-3; 13.14-15; 15.18-21; 22.16-18).
f26.10 Estas palabras expresan una noción de responsabilidad colectiva, que se vuelve a encontrar en otros textos del AT (cf. Ex 20.5-6; Dt 5.9-10; Jos 7.25-26; Neh 9.2). De acuerdo con este concepto, la falta de una persona constituida en autoridad afectaba a todos sus súbditos (cf. Lv 4.3). Véase, en sentido contrario, Ez 18.
g26.6-11 Cf. Gn 12.13-20; 20.2-14, donde se relatan episodios semejantes, pero protagonizados por Abraham.
h26.22 La palabra traducida por libertad significa lit. espacios abiertos, donde es posible moverse libremente.
i26.26-35 Acerca de este pacto de Isaac con Abimélec, véase Gn 21.22-34~n.
j26.26 La palabra traducida por amigo podría corresponder al título de un funcionario del rey, por ej., al de un consejero. Cf. Gn 21.22.
k26.33 Sebá: Este nombre se parece a las palabras hebreas que significan abundancia y juramento.
l26.33 Beerseba: Véase Gn 21.30-31~n.
m26.34-35 Las mujeres hititas, que adoraban a otros dioses, representaban, a los ojos de Isaac y de Rebeca, un peligro para la fe de sus descendientes. Cf. Gn 24.3-4.
a27.1-40 Este relato muestra cómo Dios realiza sus designios valiéndose incluso de los pecados de los hombres. También pone de relieve la gratuidad de la elección divina: el elegido del Señor no será Esaú, el hijo mayor, sino Jacob (Israel), el hijo menor (cf. Gn 32.27-28[28-29]). Cf. también Mal 1.2-3; Ro 9.10-13.
b27.3 Cf. Gn 25.27, donde se dice que Esaú era muy buen cazador.
c27.4 La comida sabrosa debía vigorizar el cuerpo debilitado del anciano, para que su bendición fuera más eficaz.
d27.4 Cf. Gn 48.8-22; 49.1-28; Dt 33. Estos pasajes muestran la importancia que se atribuía en Israel a la bendición paterna, sobre todo a la impartida poco antes de morir. Como esta bendición debía ejercer una influencia decisiva en el destino de aquel que la recibía, Isaac quiere bendecir a Esaú, su hijo mayor y también su preferido (cf. Gn 25.28).
e27.11 Cf. Gn 25.25.
f27.12 Jacob no se inquieta por la mentira, sino por el miedo a que su padre se dé cuenta del engaño.
g27.27 Cf. Heb 11.20.
h27.27-28 Según el AT, la fecundidad es la manifestación más característica y apreciada de la bendición divina (cf. Gn 1.28; 49.25; Sal 128.3-4).
i27.33 Ha quedado bendecido: Los antiguos israelitas consideraban que la bendición, una vez pronunciada, no podía ser revocada ni traspasada a otra persona. De ahí la angustia de Isaac y de Esaú (cf. vv. 30-40).
j27.36 Respecto de la relación entre el nombre Jacob y el vocablo trampa, véase Gn 25.26~n.
k27.36 Cf. Gn 25.29-34. En hebreo, las palabras que significan mis derechos de hijo mayor (o mi primogenitura) y mi bendición tienen un sonido semejante.
l27.38 Heb 12.17.
m27.39 Estas palabras retoman el estilo y algunas expresiones de la bendición pronunciada en los vv. 27-29, pero invierten su sentido: la región donde habitaron los edomitas, descendientes de Esaú, era, en efecto, árida y estéril (cf. Gn 36.8).
n27.40 El territorio de Edom quedó sometido al dominio de los israelitas en tiempos de David (2~S 8.12-14), pero luego los edomitas se rebelaron contra aquella dominación (1~R 11.14-25; cf. 2~R 8.20).
ñ27.43 Gn 24.28-29; 28.1-2.
o27.45 Si Esaú mataba a Jacob, tendría que huir lejos de su clan o caer bajo la sanción conocida como «venganza de la sangre» (véanse Ex 21.23-25~n.; Nm 35.12~n.). De ese modo, Rebeca perdería de una sola vez a sus dos hijos (Cf. 2~S 14.6-7).
p27.46 Este v. señala otro motivo para la partida de Jacob: no el miedo a Esaú sino la obligación de mantener la pureza de la sangre y de la fe. Véase Gn 24.3-4~n.
a28.2 Padán-aram: Véase Gn 25.20~n.
b28.3 Dios todopoderoso: heb. El Shadai; véase Gn 17.1~n.
c28.4 Prometió a Abraham: Gn 17.4-8.
d28.8-9 Gn 26.34-35.
e28.12 Cf. Jn 1.51. La palabra hebrea traducida por escalera puede designar tanto una rampa como una escalinata de piedra semejante a las que tenían algunos templos de la antigua Mesopotamia (véase Gn 11.4 nota~d). Se consideraba que estas grandes escalinatas eran un lazo de unión entre el cielo y la tierra.
f28.13-14 Serán bendecidas: Véase Gn 12.2-3~n. La promesa hecha a Abraham (Gn 12.1-3; 13.14-15; 15.18-21; 22.16-18) y a Isaac (Gn 26.3-5) es ahora renovada a Jacob (cf. Gn 46.3).
g28.15 Yo estoy contigo: Véase Gn 26.3~n.
h28.17 Casa de Dios es la traducción del nombre hebreo Betel. Éste era el nombre de una antigua población cananea, que más tarde cayó en poder de los israelitas (cf. Jue 1.22-26) y en la que había un antiguo e importante santuario (cf. Gn 12.8; 13.3; 1~R 12.29; Am 7.13).
i28.18 La costumbre de erigir pilares o piedras conmemorativas estaba muy difundida en el antiguo Oriente. Tales pilares solían recordar algún hecho importante, como una victoria militar, un pacto o una manifestación divina (cf. Gn 31.45-54; véanse también Ex 23.24~n.; 24.4~n). Más tarde, la legislación deuteronómica ordenó destruir las piedras conmemorativas que estaban vinculadas con las prácticas religiosas cananeas (cf. Dt 7.5; 12.3; 16.22).
j28.19 Luz es una palabra hebrea que significa almendro.
k28.19 Betel: Véase Gn 28.17~n.
l28.22 La décima parte de todo lo que tú me des: El pago del diezmo como ofrenda a la divinidad ya se practicaba en Canaán antes de la llegada de los israelitas (cf. Gn 14.20). Más tarde, la legislación mosaica introdujo esta costumbre en Israel, como medio de satisfacer las necesidades del culto divino (Dt 12.6,17-18; 26.12).
a29.6-14 El relato del encuentro de Jacob con Raquel tiene algunos elementos comunes con la historia de Rebeca en Gn 24.15-31.
b29.8 Según parece, ésta era una práctica establecida para evitar que algunos pastores sacaran ventaja en el uso del agua de los pozos, a la que todos tenían igual derecho.
c29.14 Uno de mi propia sangre: lit. hueso mío y carne mía (cf. Gn 2.23).
d29.17 Muy tiernos: otra posible traducción: apagados o sin lustre.
e29.18 Según costumbre de aquella época, que aún se mantiene en algunos lugares, en el contrato de matrimonio se fijaba el precio que el novio debía pagar al padre o a la familia de la novia (cf. Gn 34.12; Ex 22.16-17[15-16]). Jacob ofrece su trabajo como pago para casarse con Raquel.
f29.23 Este engaño fue posible porque la novia, durante la fiesta de bodas, permanecía cubierta con un velo.
g29.27 Los festejos de bodas duraban generalmente una semana (cf. Jue 14.12). La legislación posterior (Lv 18.18) prohibió tener simultáneamente por esposas a dos hermanas.
h29.31—30.24 Cf. 35.22b-26. En esta sección se narra el nacimiento de once hijos de Jacob y el de su hija Dina (cf. en Gn 35.16-17 el relato del nacimiento de Benjamín, su hijo menor). Estos doce hijos corresponden al número de las doce tribus de Israel (Gn 49.28; Ex 1.1-4; 24.4).
i29.32-35 Los nombres de los hijos de Jacob se relacionan con palabras hebreas que tienen sonido similar. Así, el nombre de Rubén se asemeja en el sonido a las palabras hebreas que significan miren, un hijo y él vio mi tristeza; el de Simeón, al verbo que significa oír; el de Leví, al verbo que significa unir; y el de Judá, al verbo que significa alabar.
a30.3 Y cuando ella tenga... tuviera: lit. y que ella dé a luz sobre mis rodillas. Este modismo hebreo se refiere al acto por medio del cual la esposa estéril adoptaba como propios a los hijos que su marido había tenido con una esclava de ella. Véase Gn 16.2~n.
b30.6 Dan es una forma abreviada del nombre Daniel, que, en hebreo, significa Dios me ha hecho justicia.
c30.8 He luchado mucho: lit. con luchas de Dios. El complemento de Dios tiene aquí valor de superlativo y sugiere la idea de una lucha sobrehumana.
d30.8-13 Véase Gn 29.32-35~n. Los nombres de Neftalí, Gad y Aser tienen sonido semejante al de las palabras hebreas que significan, respectivamente, luchar, suerte y ser feliz.
e30.14 Frutas llamadas mandrágoras: Según creencias antiguas, estas frutas daban fecundidad a las mujeres.
f30.18-24 En hebreo, el nombre de Isacar tiene sonido semejante a los verbos que significan premiar y alquilar; el de Zabulón, a los que significan regalar y estimar; y el de José a los que significan quitar y dar más. Este último también podría ser la forma abreviada de un nombre hebreo que significa Que el Señor añada o que el Señor dé más.
g30.32 Todos los corderitos... y moteados: según la versión griega (LXX). Heb. todos los corderitos manchados y moteados, y todo corderito negro entre los corderos.
h30.38-39 Estos vv. manifiestan una antigua creencia, según la cual, lo que la madre veía en el momento de concebir aparecería reflejado en las características de sus crías.
i30.43 Cf. Gn 32.4-5(5-6); Sab 10.10-11.
a31.7 Continuamente: lit. diez veces, o sea, muchísimas veces.
b31.13 Gn 28.18-22. El Dios que se te apareció en Betel: según versiones antiguas. Heb. el Dios de Betel.
c31.15 Según lo establecido por la costumbre, una parte del precio que se pagaba por la novia (véase Gn 29.18~n.) debía entregársele a ella misma; pero, en este caso, Labán se había quedado con todo.
d31.19 Los ídolos familiares (heb. terafim), además de tener valor religioso, eran una especie de certificado de propiedad de los bienes pertenecientes a la familia. Al robar esos ídolos, Raquel quería asegurar, para Jacob, este título de propiedad. De ahí el empeño de Labán por recuperarlos (cf. vv. 22-30).
e31.21 Galaad es una región al este del Jordán (véase Dt 2.36-37~n.). Por tanto, Jacob ya iba en dirección a Canaán.
f31.24 En forma brusca: lit. ni bien ni mal. Otra posible traducción: absolutamente nada.
g31.30 Mis dioses: Véase Gn 31.19~n.